Muchas veces nos preguntan: ¿Qué es la depresión? y ¿si es lo mismo que la ansiedad?

En muchos casos estas patologías afectan a los más pequeños lo que lleva a los padres a buscar información.

Es normal que durante la infancia los más pequeños experimenten algo de ansiedad cuando se ven enfrentados a situaciones nuevas, como el ingreso a la escuela, conocer nuevas personas, exámenes escolares o simplemente cuando no tienen cerca a sus padres, esta ansiedad hasta cierto grado es normal.

Cuando pasa a ser en exceso es perjudicial para el buen desarrollo físico y mental del niño.

Es importante darle una pronta solución a este trastorno, porque más adelante puede derivar en baja autoestima, ausencia escolar repetida, problemas para relacionarse con sus semejantes, abuso de alcohol y drogas en la adolescencia, trastornos de ansiedad en la edad adulta y problemas para ajustarse a una situación laboral.

 

Trastornos infantiles por ansiedad

La ansiedad generalizada es la más común en los niños, se preocupan de forma excesiva por sus tareas escolares, el miedo a separarse de sus padres y de que algo malo les suceda en el futuro.

Todo esto los puede llevar al aislamiento social y produce en ellos síntomas físicos como los dolores de cabeza, problemas estomacales, cansancio, fatiga muscular. Todos estos sin una causa física justificable.

Dentro de la ansiedad infantil encontramos el Trastorno obsesivo-compulsivo. Son pensamientos y conductas repetitivas que pueden ser sin sentido y difíciles de parar.

Estas acciones repetitivas son realizadas para tratar de aliviar de cierta manera la ansiedad que carga el niño.

También podemos encontrar niños con fobias hacia determinadas situaciones, objetos animales o personas.

Esto hace que el niño viva de forma limitada para evitar exponerse ante el factor que produce su mayor miedo.

La ansiedad infantil también puede acarrear ataques de pánico. Son periodos de miedo intenso acompañado de taquicardia, sudoración excesiva, mareo, náuseas y sentimientos de peligro de muerte inminente.

Los niños hacen cualquier cosa por evitar los factores que desencadenan los ataques y eso les termina por producir más ansiedad.

Por último encontramos los trastornos por estrés postraumático, este se puede desarrollar luego de que el niño haya tenido que pasar por experiencias de violencia estrés o acontecimientos catastróficos.

La mente de los niños se ve asaltada por imágenes y pensamientos que le traen recuerdos del acontecimiento, haciendo que actúen de manera sobresaltada y tengan problemas de sueño.

Como mecanismo de defensa empiezan a evitar de cualquier manera todo lo que se encuentre relacionado con el trauma.

Los niños que adoptan una personalidad muy retraída en situaciones que no le son familiares se encuentran en riesgo de padecer de este trastorno, y resulta aún más posible si los padres lo padecen.

Aunque vale la pena aclarar que hace falta más investigación acerca de los factores que la produce.